Así es compañeros, tal y como habéis leído en el título.
Lo sabemos, podemos llegar a entender la situación y las ganas que tienes de tener tu equipo montado, pero también creemos que hay que ser responsables y saber lo que uno tiene entre manos. Te va a costar unos euros más, pero vas a tener la garantía de que tus componentes están montados por un profesional y que no vas a correr riesgos.
Os contamos la historia
Nuestro cliente aparece por la puerta, un día como cualquier otro, con un ordenador que no arranca tras «supuestamente» haberle cambiado la tarjeta gráfica.
Estamos acostumbrados y ya sabemos que a veces no es que nos mientan, sino que realmente no nos cuentan toda la verdad.
En este caso, el cliente nos contaba que tras realizar un cambio en la tarjeta gráfica de su equipo, este dejó de arrancar y dar imagen. Así tal cual quedó recogido en nuestro programa de registro de partes
En vista de lo que comentaba el cliente, empezamos a investigar por las cosas más obvias tras un «supuesto cambio de tarjeta gráfica».
Revisamos que estuviera bien conectada en el banco PCI-Express, que tuviera el cable de alimentación conectado (esto es algo que mucha gente se suele olvidar), que las memorias estuvieran bien pinchadas, no sea que en el proceso de cambio, por algún pequeño golpe, estas se hubieran movido o descolocado.
Nada de nada. Probamos otra tarjeta gráfica de las que tenemos en el taller para hacer pruebas. Una tarjeta gráfica muy simple que no requería de alimentación adicional más que la del propio slot pcie. Tampoco conseguimos que mostrara imagen.
Así que entonces dijimos, aquí ha ocurrido algo más, ¿habrá podido dañar el cliente alguna pista o componente SMD de la placa base a la hora de instalar la tarjeta gráfica?
Sacamos la placa base fuera de la caja para tener una mejor vista de todos los componentes y poder operar con mayor comodidad. Fue entonces cuando vimos algo que nos llamó la atención: el disipador no estaba apoyado «totalmente recto».
Procedimos a quitarlo y ya vimos la primera sorpresa: ¡había pasta térmica derramada y esparcida cerca del socket del procesador!
Pero lo más preocupante de todo, era que el procesador no estaba encajado correctamente. El cliente había intentado encajarlo y lo había colocado en una posición incorrecta, forzando los pines a doblarse.
A veces el desconocimiento, las prisas o, ambos factores, hacen que no prestemos atención a los pequeños detalles que los fabricantes ofrecen para instalar componentes. Los procesadores y los sockets suelen tener un indicador visual de en qué posición hay que colocar el componente ya que es la única forma en la que puede encajar.
Las patillas del procesador (no todos tienen) son sumamente débiles y una pequeña presión sobre un mal encaje, puede hacer que se doblen o se partan, quedando el procesador para la basura.
En el caso de nuestro cliente, un procesador de más de 400 € que había comprado y que con toda la ilusión había intentado instalar. De hecho, el pensaba que lo había instalado bien y por eso no nos lo había contado…
Lo vimos muy crudo y, aunque la solución fácil hubiera sido venderle un nuevo procesador, intentamos repararlo como primera alternativa.
Con un microscopio de 1000 aumentos que tenemos en el taller, unas pinzas de cirujano y una paciencia y semblante dignos de un profesional, uno de los compañeros técnicos logró enderezar todas las patillas dobladas sin dañar ni una sola.
Cuando lo colocó nuevamente en el socket, previa limpieza de toda la pasta térmica que había desparramada por este, por los pines del procesador y por la placa base, comprobó que el equipo arrancaba y daba señal gráfica.
Aun con la duda, el equipo se pasó horas con procesos de benchmark estresando al 100% el procesador para ver si reportaba fallo alguno. No fue así.
El cliente se llevó su equipo reparado, una caja nueva que le vendimos y una refrigeración líquida instalada para que nunca más tuviera que «enredar» en el tema de la refrigeración. Y, de tener que hacerlo por mantenimientos recomendados, le aconsejamos acudir con su equipo a InfoRepara.
Lección aprendida
A veces nos gastamos un dineral en cosas y no estamos seguros de saber instalarlas. No pensamos en delegar ciertas tareas en profesionales (no solo del sector de la informática) porque nos duele gastar unos pocos euros más en comparación con lo que cuesta la pieza y, en ocasiones, ocurren estas cosas. Si bien el final de esta historia ha sido positivo, podría haber sido peor.