Hacía mucho tiempo que no publicamos una entrada en nuestro blog. La cantidad de trabajo que hemos tenido en instalaciones informáticas y de videovigilancia, taller, etc. ha sido abrumadora y, por este motivo, nuestro blog se había quedado un poco de lado.
Pero, ¡no pasa nada! ya estamos de vuelta y en esta ocasión os contamos brevemente cómo nos fue en una instalación de cámaras de seguridad en un pueblo cercano a Vitoria.
Nuestro cliente quería tener controlada la parte exterior de la vivienda, tanto en la zona frontal de la entrada como en la era trasera. Los robos en viviendas rurales están en auge y raro es el día que no se oye una noticia sobre un robo en un pueblo.
Como en otras ocasiones, acudimos a «pisar el terreno» (así lo llamamos nosotros) para ver cómo eran las zonas que había que proteger: alturas, ángulos de visión, paso de cableado, etc. Planteado y aceptado el presupuesto para la instalación de 2 cámaras, nos pusimos manos a la obra.
La instalación
Al tratarse de una instalación relativamente sencilla en cuanto a número de cámaras, optamos por cámaras de gama de consumo (no del entorno profesional) las cuales son bastante autónomas y permiten el acceso a las mismas mediante una conexión Wi-Fi. Para este pequeño sistema, no es necesario la colocación de un videograbador ya que las propias cámaras pueden almacenar las imágenes en una tarjeta de memoria integrada en ellas mismas o incluso en la nube, mediante una suscripción con el fabricante.
Esto facilita bastante la instalación ya que solo se requiere de un punto de conexión eléctrico para alimentar las cámaras evitando así tener que lanzar un cable de red hasta algún punto intermedio.
Es importante remarcar que no siempre es válido o adecuado la instalación de un sistema de cámaras de seguridad por vía inalámbrica ya que hay factores que condicionan e incluso limitan el tipo de instalación: distancias, interferencias, ancho de banda a transmitir, retardos en la visualización en tiempo real, etc.
El día de la instalación acudimos con una escalera de 3 tramos lo suficientemente alta como para llegar al punto donde queríamos instalar la primera cámara.
La altura era importante y esto nos permitiría captar un buen ángulo de visión del terreno de nuestro cliente. Además, la existencia de una planta enredadera natural «ocultaba» o hacía pasar desapercibida la cámara.
Fue necesario taladrar el muro para realizar el paso del cable y conducirlo mediante canalización de pvc a una toma eléctrica cercana. De esta manera, el cable quedaría protegido frente a manipulaciones o inclemencias meteorológicas a la vez que accesible (dentro de la vivienda) por si nuestro cliente quería desconectar la cámara en momentos puntuales.
En la siguiente imagen os invitamos a que encontréis dónde se encuentra instalada la cámara. Como pista, podéis fijaros en la segunda foto y ver qué rodea a la cámara.
¡Venga, que es fácil!
De todas maneras, ya advertimos a nuestro cliente que el crecimiento de esa enredadera podría llegar a tapar la lente de la cámara, aunque nos comentó que no sería problema, ya que se encargaría de podar las hojas cuando fuera necesario.
Momento de instalar la segunda cámara. Aunque la altura de esta era notablemente menor, teníamos que intentar que el tubo tirado por la pared pasase lo más desapercibido posible.
Al tratarse de una vivienda rural con muros de más de 80 cm de espesor, había que buscar un paso adecuado del cableado a la toma de corriente más cercana, la cual se encontraba en el interior de la vivienda.
En la siguiente foto podéis ver al compañero Imanol preparando el cable eléctrico, los tubos y las herramientas que iban a ser utilizadas para la instalación del cableado y la cámara.
Poco a poco y bien pegado a la tejavana, dejamos colocado el tubo de pvc lo más discreto posible. Ya en el extremo instalamos una caja de derivación donde colocar el transformador de la cámara y realizar las conexiones necesarias de una forma segura.
Aunque la caja se encuentre «protegida» por la tejavana, siempre colocamos cajas de derivación con sellado impermeable para evitar la entrada de humedad peligrando así las conexiones.
Y para taladrar el muro de la pared para realizar los diferentes anclajes y pasar también al interior de la vivienda, como no, hicimos uso de nuestro rotomartillo de la marca Dewalt. Aunque en la imagen que veis tenga una broca pequeña colocada, creednos, tenemos brocas que podrían utilizarse como un bastón para el monte de lo largas que son.
Gracias a la potencia de esta herramienta podemos traspasar muros bien anchos sin sudar lo más mínimo y es que, cuando se realizan instalaciones, sobre todo aquellas que son en altura, no te la puedes jugar a trabajar con una herramienta barata que te juegue una mala pasada.
Configurada la segunda cámara y, orientada a gusto de nuestro cliente, procedimos a instalar la aplicación de gestión y control en su smartphone y tablet para que pudiera monitorizar el estado de su vivienda en cualquier momento.
Le explicamos cómo se accedían a las imágenes en tiempo real, a las grabaciones, cómo se activaba la detección de movimiento, etc.
Y como siempre, colocamos el cartel de «Zona videovigilada» y realizamos toda la documentación legal que manda la RGPD: registro de actividades, cláusulas informativas, contrato de prestación de servicios, etc. Aunque el fin de la instalación de las cámaras sea puramente doméstico, el hecho de tener cámaras ubicadas en el exterior está recogido y regulado en el Reglamento General de Protección de Datos y, por ello, se debe cumplir con lo dispuesto en esta norma.