Nos desplazamos a un pueblo de Álava, donde nuestra clienta nos había solicitado un presupuesto para la instalación de cámaras de seguridad y alarma de intrusión.
Esta situación había venido propiciada, según nos comentaba, por el reciente intento de asalto en una vivienda de la misma localidad. Normalmente, cuando ocurren este tipo de situaciones es cuando la gente se interesa por instalar sistemas de seguridad en sus viviendas.
Planteando el sistema de seguridad
Como siempre, acudimos a la vivienda para determinar los posibles puntos de entrada a la misma así como aquellas zonas consideradas de interés para nuestra clienta.
Revisamos el perímetro evaluando por dónde podríamos pasar el cableado de las cámaras, así como la instalación de tubo que protegería el cable a lo largo de la fachada. A su vez, tomamos medidas de las distancias y ángulos existentes frente a los posibles puntos de entrada de cara a establecer el número de detectores que conformarían el sistema anti-intrusión.
Planteado el presupuesto de ambos sistemas, nuestra clienta mostró su conformidad por lo que procedimos con el pedido de materiales para su posterior instalación.
Fase 1: sistema de videovigilancia
Comenzamos instalando el sistema de videovigilancia y, para ello, desplegamos parte de las herramientas que serían necesarias durante el proceso: taladros, radial, atornillador de impacto, tornillería y tacos, herramientas de mano, escaleras, etc.
Hemos de decir que, previamente, habíamos inicializado el videograbador y las cámaras en nuestro taller para realizar la mínima configuración necesaria y comprobar que todos los elementos funcionasen correctamente de cara a evitar sorpresas el día de la instalación.
La primera tarea, tras decidir la ubicación donde iría colocado el videograbador, fue la instalación de tubo y cajas de registro por la fachada exterior, por donde discurriría el cable a cada una de las cámaras.
El tubo de PVC permitiría proteger el cable evitando que estuviera expuesto a las inclemencias meteorológicas a la par que asegurar un conducto estanco en caso de lluvias.
Poco a poco, fuimos montando varios tubos uniéndolos entre sí mediante juntas, curvas rígidas y flexibles para salvar las formas geométricas de la fachada exterior. Ya en el primer punto de interés, colocamos un par de cajas de registro estancas desde las cuales se llevaría a cabo la conexión con dos cámaras de seguridad.
Con dos cables de red ya pasados de extremo a extremo, crimpamos los terminales RJ45 y comprobamos, mediante un tester de red, la continuidad del cable.
Aunque siempre utilizamos cajas de registro estancas, colocamos prensaestopas en los conectores macho y hembra para evitar que pueda entrar la más mínima gota de humedad. Son pequeños detalles que muchas veces se olvidan pero que a futuro evitan los típicos fallos de contacto en los terminales por corrosión o humedad.
Antes de continuar con la instalación de las cámaras restantes, probamos a conectar las cámaras con el videograbador, el cual ya lo habíamos inicializado en InfoRepara para no perder tiempo el día de la instalación. Las cámaras conectaron a la primera, por lo que continuamos instalando tubo por la fachada dejando los retoques y el ajuste de la imagen para el último momento.
Con paciencia, fuimos colocando metros y metros de tubo a lo largo de la fachada, subiendo por el tejado y rodeando la vivienda hasta su parte frontal. Ni que decir tiene que tomamos todas las medidas de seguridad pertinentes para evitar posibles accidentes mientras trabajábamos en el tejado.
Ya en la parte frontal de la vivienda, instalamos las cámaras de seguridad planteadas en el proyecto para así establecer un perímetro de seguridad de la vivienda muy completo.
En esta zona tuvimos que jugar con el paso del tubo a través de los diferentes obstáculos con los que nos encontramos: canalón del tejado, bajante de pluviales por pared, tejavana, etc… pero nada que no pudiéramos sortear con paciencia y esmero, intentando que el tubo se viera lo menos posible y que fuera bien pegado por la tejavana.
Finalmente, crimpamos los cables de red de las cámaras de la parte frontal y los comprobamos, nuevamente, mediante el tester de red.
Cajas de registro, prensaestopas en los conectores y, ¡cámaras conectadas!
A partir de este momento, tocaba configurar cámara por cámara todos y cada uno de los parámetros intentando optimizar al máximo posible el ángulo captado. Por cada cámara configurada, le íbamos enseñando a nuestra clienta el resultado de la imagen obtenida para comprobar si era de su agrado. En ocasiones ocurre que, para lo que nosotros puede parecer importante captar, para el cliente final no lo es tanto y prefiere orientar la cámara más arriba o más abajo para cubrir otras zonas que si son más interesantes bajo su punto de vista.
Instalamos la aplicación de monitorización en su ordenador portátil y en el smartphone de los integrantes de la vivienda para que pudieran acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar al visionado de las cámaras a fin de controlar que todo estuviera en orden.
Fase 2: sistema de alarma de intrusión
Las cámaras de seguridad permitían a nuestra clienta visualizar en tiempo real y pasado lo ocurrido en su vivienda. Sin embargo, necesitaba poder controlar y ser avisada en caso de ocurrir una intrusión real.
Es por ello que complementamos el sistema de videovigilancia con un sistema de alarma con fotodetectores y otros elementos que dotaban a la vivienda de un grado de seguridad adicional.
Instalamos la central de alarma, cerebro de operaciones, desde la cual se controlarían el resto de elementos que conforman el sistema de intrusión: detectores, teclados, mandos, sirenas, etc.
Comenzamos instalando los fotodetectores en diferentes puntos estratégicos del exterior de la vivienda, asegurando un buen ángulo de detección.
Estos fotodetectores tienen un buen rango de detección y funcionan por infrarrojos analizando la temperatura del objeto y el patrón de movimiento. Cuentan con una tecnología y algoritmos de detección sumamente avanzados que permiten ignorar mascotas de cierto tamaño mientras el sistema está armado.
Normalmente, en viviendas de entornos rurales, es habitual encontrarse con perros que corren por el patio interior. El caso de nuestra clienta no era distinto y contaba con 3 perros y varios gatos. ¡Ojo, estos perros también son un buen elemento disuasorio!
Por cada detector de alarma, hicimos pruebas con los perros para cerciorarnos que el sistema no se activaría estando armado mientras los animales paseaban por el patio interior. Sin embargo, cuando detrás de los animales pasaba una persona, el sistema se activaba al momento transmitiendo la señal de alarma al momento.
Finalizada la instalación de los fotodetectores, procedimos a colocar la sirena, teclado táctil y configurar los mandos remotos para el armado/desarmado del sistema.
Instalamos la aplicación de control en los smartphones de los integrantes de la vivienda y les explicamos el funcionamiento de todo el sistema.
Con esta segunda fase ya concluida, dimos la instalación por finalizada sabiendo que la vivienda, a partir de ahora, cuenta con un grado de seguridad elevado frente a intrusiones.